El Instituto de la Caridad Evanjélica de los Siervos de la Bienaventurada Virgen María de los Dolores, fue fundado el 03 de marzo del año 1815 por un grupo de 37 patriotas que estaban recluidos en la isla Juan Fernández bajo el marco del proceso de Independencia, entre ellos, Juan Egaña, Manuel de Salas, Ignacio de la Carrera, Joaquín de Larraín, Mariano Egaña, Manuel Blanco Encalada, Agustín de Eyzaguirre, Juan Miguel Benavente, Juan Enrique Rosales, Francisco Antonio Pérez, Agustín Via, José Ignacio Cienfuegos y José Santiago Portales.
Tras la batalla de Chacabuco (1817), los confinados volvieron a Santiago y cumplieron allí su promesa de constituir una institución destinada al auxilio de los sujetos más pobres de la ciudad, la cual fue erigida como una asociación de fieles de la Iglesia Católica. Se constituyó en la Iglesia de la Compañía con aprobación canónica del obispo José Santiago Rodríguez Zorilla y posteriormente se solicitó que Bernardo O`Higgins fuese su primer presidente. La fundación fue confirmada en Roma por el Papa Pio VII, el 08 de marzo de 1822.
Desde un comienzo la institución desempeñó en Santiago un rol social de suma importancia, pues esta ciudad se caracterizaba en los albores de la República por la precariedad y la escasez de recursos: la acelerada urbanización había atiborrado sus calles de pobres, vagos y mendigos. En dicho contexto, la caridad fue reconocida como una virtud teologal; la filantropía, como un valor político; y la beneficencia, como un deber de la sociedad que, en consecuencia, también era un deber estatal.
En sus primeras décadas de funcionamiento, el Institituo de Caridad se dedicó a visitar a personas pobres y enfermas, llevándoles asistencia médica, alimentos, vestuario, velas, leña e incluso, consuelo fraterno y espiritual. Más adelante se hizo cargo de distintos dispensarios, con fondos que provenían de legados, donaciones de los socios y aportes del público general. En estas tareas, las mujeres de la élite de Santiago tuvieron un rol particular, ya que no sólo contribuían con aportes económicos, sino que también, eran ellas las encargadas de realizar las visitas domiciliarias y periódicas a los beneficiarios. Destacaron, por ejemplo, Antonia Salas de Errázuriz, Victoria Prieto de Larraín, Nicolas Toro de Correa, Damiana Toro de Concha y Rosario Montt.
El Instituto de Caridad Hermandad de Dolores, es hoy una corporación sin fines de lucro que gestiona siete policlínicos distribuidos en diferentes comunas vulnerables de la Región Metropolitana (Santiago, Conchalí, Maipú, Puente Alto, Estación Central y San Ramón). Atiende afecciones de medicina general en adultos y niños, y cuenta además con kinesiólogos, odontólogos, matronas y psicólogos. Todos los servicios se entregan gratuitamente, así como también los medicamentos, exámenes y radiografías que se soliciten.
Su casa central está hoy ubicada en San Isidro #218 en Santiago Centro, donde funciona un policlínico y las oficinas administrativas. Asimismo, allí se ubica su archivo histórico.
